Soñé con vivir en una fábrica

Todo empezó con un sueño...

Hay niñas que sueñan con un castillo o una casa en el árbol, con aventuras a caballo o con poderes mágicos. Soñé con máquinas y fábricas.


Los que observaba fascinado tras la estela de mis padres. La magia para mí fue su armonía, su poder, su regularidad. 


Esa sensación de logro en cada paso.
El del gesto perfecto y simétrico, puntuado por un ronroneo familiar y tranquilizador, siempre repetido, siempre eficaz.

fleur phelipeau

Cada visita era un espectáculo, la garantía de ver el ritual comenzar de nuevo y la magia suceder. Tanto es así que no quería irme.


Hay imágenes que la infancia te imprime y que nunca te abandonan.


Reinos que siempre soñarás con gobernar.


La palabra “fábrica” nunca me evocará un edificio aburrido, imponente y hostil. Pero todo lo contrario.


Un lugar de vida y creación.
Un lugar donde podrás maravillarte.
Un lugar cuyas puertas se pueden abrir.


Fundé D-LAB soñando con este lugar. Doce años después, aquí estoy. Existe.


Cada cable, cada piedra, cada herramienta me acercaba a este bienestar orgánico y original.


No seguí un presupuesto ni una pauta.
Empujé todos los controles deslizantes.
Rimé palabras que no riman juntas.


Construí una fábrica como un sueño despierto, volviendo a poner la magia en el centro. Y emociones infantiles



flor phelipeau

Fundador del Grupo D-LAB


Las cartas abiertas de Fleur